Meditación

Basada en las enseñanzas de Sathya Sai Baba

  • Siéntate con la espalda recta. El pecho, el cuello y la cabeza deben estar bien erguidos.
  • Evita el contacto con la tierra o con otras personas durante la meditación.
  • Inhala profundamente. Exhala lentamente.
  • Inhala profundamente. Exhala lentamente.
  • Inhala profundamente. Exhala lentamente.

 

 

Permite que el cuerpo se relaje. Que esa relajación se manifieste en el cuello, los hombros, las manos, el pecho, los dientes, el estómago, los dedos, la espalda, los muslos, las rodillas, las pantorrillas y los pies. Mantén tu cuerpo sentado, firme y quieto, pero relajado.

 

Coloca una llama firme y recta frente a ti. La luz de esta llama representa a la divinidad. La luz es Dios y Dios es la luz. Mira esa llama con los ojos bien abiertos. Concentra la mirada en esa llama sin parpadear. Siente inmensa gratitud hacia la luz de la llama. Luego entrecierra los ojos. Traslada imaginariamente esa llama dentro tuyo, al entrecejo. Siente la llama en el entrecejo. Haz conciencia del brillo que irradia desde el entrecejo.

 

  • Inhala profundamente. Exhala lentamente.
  • Inhala profundamente. Exhala lentamente.
  • Lléva suave y amorosamente la llama al interior de la cabeza.

 

Lentamente, mueve la llama hacia abajo por el interior de tu cuerpo, y deposítala en la flor de loto que se encuentra en el corazón. Observa cómo, ante el resplandor de la llama, se abren los pétalos de esa flor. Imagina que del corazón así iluminado, salen rayos de luz para bañar gradualmente todas las partes del cuerpo, iluminándolo con santidad y pureza. La oscuridad en tu vida se disipa por la resplandeciente belleza de la llama.

Lentamente, haz que la llama recorra las diferentes partes del cuerpo: el estómago, las piernas y los brazos; los ojos y los oídos.

 

Debido a que esta llama está brillando en tus piernas, tus pies se abstendrán de llevarte a ningún lugar malo o peligroso. Solo te llevarán a lugares buenos.

 

Debido a que esta llama está brillando en tus brazos, tus manos nunca realizarán ninguna mala acción, y todo lo que harán será bueno.

 

Debido a que esta llama está brillando en tus oídos, ellos se abstendrán de escuchar lo malo, y estarán atentos para escuchar lo bueno.

 

Debido a que esta llama está brillando en tu lengua, ella nunca dirá nada malo, falso, hiriente o vulgar. Tus palabras solo serán verdaderas y amables.

 

Debido a que esta llama está brillando en tus ojos, evitarán ver lo malo. Solo verán lo bueno en todos los seres y en toda la creación.

 

Debido a que esta llama está brillando en tu cabeza, como una corona que la ilumina completamente, los malos pensamientos se disiparán y tu cabeza atraerá pensamientos saludables y nobles.

 

Siente cómo la luz aumenta en intensidad y se expande a tu alrededor en círculos crecientes cada vez más amplios, abarcando a tus seres queridos, parientes, amigos, hombres y mujeres, conocidos y extraños, rivales y enemigos, dondequiera que se encuentren. La luz ilumina a todos los seres vivientes y al mundo entero.

 

Observa como la misma llama brilla en cada miembro de tu familia. Brilla en tu padres, en tus hijos y en tu cónyuge. Brilla en tus vecinos. Brilla en toda la gente de tu ciudad. Brilla en tus amigos. Brilla en quienes crees que son tus enemigos. Brilla en árboles, animales y pájaros. Si la llama de algún ser pareciera estar apagada, enciéndela con tu propia llama. Puedes encender millones de llamas con tu propia llama sin que ella disminuya. Visualiza la llama iluminando tu país, el continente y todo el mundo.

 

Observa toda la creación bañada en la Luz resplandeciente de la Divinidad.

 

Siente inmensa gratitud por la paz, el amor y la felicidad.

Tómate tu tiempo.

 

Siente reverencia y gratitud hacia la llama que está en ti. Mentalmente haz la siguiente afirmación: «Yo estoy en la luz; la luz está en mí; yo soy la luz».

 

Lentamente, regresa a tu estado normal de conciencia. Mueve suavemente los dedos de las manos, los brazos y las piernas. Abre los ojos. ¡Sonríe! ¿Estás feliz? Toma la determinación de mantener ese estado de gozo por el resto de este día, y de continuar avivando la llama que se mantiene ardiendo en tu corazón.